Parece ser
que todo el mundo cree que a los filólogos nos gustan las librerías y los
libros. En mi caso es un poco distinto. Me gustan los libros por las historias
que esconden. Casi nunca he deseado un libro como objeto y solo guardo con
primor algunos volúmenes, entre ellos una edición especial de El señor de
los anillos. El resto de mis libros se apilan en montones desordenados en
la casa de mis padres y en mi casa de Piñera Baxo, en la buhardilla que mi
hermano nos dibujó entre madera y cielo. Otras historias las guardo en el
E-book, esa especie de juguete mágico que esconde miles de letras y en el que
camino entre autores, desde Jane Austen a Jo Nesbø pasando por Pardo Bazán o Isabel Allende. Ahí residen mis
libros. Mis historias, sin embargo, me gusta buscarlas en distintos rincones de
los sitios que visito o de los lugares donde vivo. En este caso, en Vilnius, he
encontrado uno de mis espacios favoritos en plena zona antigua, en una librería-cafetería.
A lo largo
de Europa he estado en algunas de esas librerías que la gente visita y de las
que los autores de blogs de viajes escriben una y otra vez. Quizás dos de las
más conocidas son Lello e Irmão en Oporto y la Shakespeare and Company de París.
La primera la
visité el año pasado, en uno de mis muchos viajes a mi “matria”, a Portugal. Mi buena amiga I. Me dijo que era
digna de ver, pero también me descubrió el problema. Es un lugar tan conocido
que está plagado de turistas. Además está prohibido sacar fotografías dentro.
Vamos, que el sitio es precioso pero todo lo que lo rodea hace que resulte
artificial. La gente se pasea por el interior buscando la escalera de Harry
Potter y es que cuentan que J. K. visitó más de una vez Lello e Irmão durante el tiempo que vivió en
Portugal y que luego la estampa central de la librería se utilizó para recrear
algunos espacios de Hogwards. A mí personalmente Lello e Irmão no me hizo mucho tilín, pero me encantó
imaginarme a Rowling circulando por Oporto, y viajando luego sola al Reino
Unido, sin pareja y sin dinero, o eso cuentan, escribiendo Harry Potter, la que
es para mí una de las mejores historias juveniles de todos los tiempos, en
cafeterías solitarias.
La Shakespeare
and Company la encontramos de forma casual en un paseo desordenado por París,
ya hace un par de años de aquello. Así como a la librería de Oporto no le
encontré ninguna magia especial tengo que decir que la Shakespeare and Company
sí que tiene algo atrayente y misterioso. Aún hoy tengo como fondo de pantalla
de mi perfil de twitter una imagen de aquel día, con J. perdido entre la gente,
contento tras haber visitado aquel espacio mítico plagado de libros y de
historias personales. La Shakespeare and Company fue regentada por Sylvia
Beach en los años 20. Desde entonces ha sido centro de reunión y de peregrinación
de muchos de los autores más importantes del siglo pasado. Ese tipo de espacios son
los que me gusta visitar. Lugares repletos de historias o lugares que me
traigan historias a la imaginación. Y
eso es lo que he buscado por Vilnius, y como el que busca acaba encontrando, me
he dado de bruces con algunos sitios atrayentes e inspiradores. Uno de esos
sitios es el Mint Vinetu, la librería-cafetería que está en Šv.
Ignoto, a tres pasos de Pilies G. y muy cerca de la facultad de Filología. Ya en uno de
nuestros primeros paseos por la zona antigua, han pasado unos meses de aquello,
nos tropezamos con el Mint Vinetu, pero en aquella ocasión solo llegamos a
mirar en el cajón de libros del exterior.
En la mesa
que hay nada más entrar, a la derecha, al lado del piano, está ahora sentada
una chica morena de pelo largo. No tendrá más de veinte años. Está sola,
escribiendo en un cuaderno tipo Moleskine, mientras se toma un mate en una taza
especial de color plata. La chica me hace pensar en Rowling, pero no solo en la
escritora inglesa, también vienen a mi cabeza historias de otras personas que
escriben en cafeterías. Incluso uno de
mis amigos me ha contado que él muchas veces también escribe fuera de su
casa, buscando la calma que solo se encuentra en lugares ajenos a uno mismo. Yo
creo que en ocasiones es más fácil encontrar la paz dentro del propio ruido. En
todo caso el Mint Vinetu es un lugar bastante tranquilo. A lo largo de la
librería-cafetería hay varias mesas de disposición peculiar, rodeadas de
estanterías repletas de libros. La parte delantera guarda también la barra en
la que la persona correspondiente despacha cafés de todo tipo, tés, mate y
pedazos de tarta de chocolate con galleta. Nada de alcohol. En la misma parte
delantera está además la mesa en la que se colocan las personas que vienen por
el local a hacer presentaciones de libros, recitales poéticos o incluso
conciertos.
¿Qué
ofrece el Mint Vinetu aparte de lo anterior? Pues entre las diversas
estanterías podemos encontrar libros de segunda mano en distintos idiomas,
desde el lituano al inglés, pasando por el ruso, el francés o el alemán. En los
últimos tiempos hasta ha crecido la
sección de español. Si uno curiosea y escarba puede llegar incluso a encontrar
pequeñas joyas de colección, de esas que solo se hallan en lugares como
Vilnius: en nuestra casa reposa ahora, como oro en paño, un cómic en esperanto
editado durante la época soviética en Lituania, con el precio marcado en
kopeks.
Terminamos
la tarde en el Mint Vinetu, nos vamos antes de la hora de cierre, a las ocho.
Yo me he tomado un té negro con leche y J. un capuchino. Además he jugado una
partida de ajedrez que como siempre he perdido.
La chica
morena que escribía en la mesa de la entrada ya se ha ido con su cuaderno de notas
guardado en un bolsillo sin saber que ahora ella ya es parte de una de mis historias.
Si yo tuviere una d'eses cafeteríes en L'Entregu tendrían que guardame un par de zapatíes porque diba ser mio casa. Guapa entrada, como siempre. Vas dándo-y tonu propiu al blogue, pena que nos fagas esperar tanto ente les entraes (tironín d'oreyes).
ResponderEliminarCuando entro nel Mint alcuérdome una montonera de veces de ti y d'otros amigos a los que-yos presta escribir. Dalgún día entamaremos daqué per equí...
ResponderEliminar¡Ah! y gracies por lleer les mios entraes