viernes, 11 de abril de 2014

Mis rincones de Vilnius I. Buscando dónde se esconden las historias: el Mint Vinetu.



Parece ser que todo el mundo cree que a los filólogos nos gustan las librerías y los libros. En mi caso es un poco distinto. Me gustan los libros por las historias que esconden. Casi nunca he deseado un libro como objeto y solo guardo con primor algunos volúmenes, entre ellos una edición especial de El señor de los anillos. El resto de mis libros se apilan en montones desordenados en la casa de mis padres y en mi casa de Piñera Baxo, en la buhardilla que mi hermano nos dibujó entre madera y cielo. Otras historias las guardo en el E-book, esa especie de juguete mágico que esconde miles de letras y en el que camino entre autores, desde Jane Austen a Jo Nesbø pasando por Pardo Bazán o Isabel Allende. Ahí residen mis libros. Mis historias, sin embargo, me gusta buscarlas en distintos rincones de los sitios que visito o de los lugares donde vivo. En este caso, en Vilnius, he encontrado uno de mis espacios favoritos en plena zona antigua, en una librería-cafetería.
A lo largo de Europa he estado en algunas de esas librerías que la gente visita y de las que los autores de blogs de viajes escriben una y otra vez. Quizás dos de las más conocidas son Lello e Irmão en Oporto y la Shakespeare and Company de París.
La primera la visité el año pasado, en uno de mis muchos viajes a mi “matria”,  a Portugal. Mi buena amiga I. Me dijo que era digna de ver, pero también me descubrió el problema. Es un lugar tan conocido que está plagado de turistas. Además está prohibido sacar fotografías dentro. Vamos, que el sitio es precioso pero todo lo que lo rodea hace que resulte artificial. La gente se pasea por el interior buscando la escalera de Harry Potter y es que cuentan que J. K. visitó más de una vez  Lello e Irmão durante el tiempo que vivió en Portugal y que luego la estampa central de la librería se utilizó para recrear algunos espacios de Hogwards. A mí personalmente Lello e Irmão  no me hizo mucho tilín, pero me encantó imaginarme a Rowling circulando por Oporto, y viajando luego sola al Reino Unido, sin pareja y sin dinero, o eso cuentan, escribiendo Harry Potter, la que es para mí una de las mejores historias juveniles de todos los tiempos, en cafeterías solitarias.
La Shakespeare and Company la encontramos de forma casual en un paseo desordenado por París, ya hace un par de años de aquello. Así como a la librería de Oporto no le encontré ninguna magia especial tengo que decir que la Shakespeare and Company sí que tiene algo atrayente y misterioso. Aún hoy tengo como fondo de pantalla de mi perfil de twitter una imagen de aquel día, con J. perdido entre la gente, contento tras haber visitado aquel espacio mítico plagado de libros y de historias personales. La Shakespeare and Company fue regentada por Sylvia Beach en los años 20. Desde entonces ha sido centro de reunión y de peregrinación de muchos de los autores más importantes del siglo pasado. Ese tipo de espacios son los que me gusta visitar. Lugares repletos de historias o lugares que me traigan historias a la imaginación.  Y eso es lo que he buscado por Vilnius, y como el que busca acaba encontrando, me he dado de bruces con algunos sitios atrayentes e inspiradores. Uno de esos sitios es el Mint Vinetu, la librería-cafetería que está en Šv. Ignoto, a tres pasos de Pilies G. y muy cerca de la facultad de Filología. Ya en uno de nuestros primeros paseos por la zona antigua, han pasado unos meses de aquello, nos tropezamos con el Mint Vinetu, pero en aquella ocasión solo llegamos a mirar en el cajón de libros del exterior. 


En la mesa que hay nada más entrar, a la derecha, al lado del piano, está ahora sentada una chica morena de pelo largo. No tendrá más de veinte años. Está sola, escribiendo en un cuaderno tipo Moleskine, mientras se toma un mate en una taza especial de color plata. La chica me hace pensar en Rowling, pero no solo en la escritora inglesa, también vienen a mi cabeza historias de otras personas que escriben en cafeterías. Incluso uno de  mis amigos me ha contado que él muchas veces también escribe fuera de su casa, buscando la calma que solo se encuentra en lugares ajenos a uno mismo. Yo creo que en ocasiones es más fácil encontrar la paz dentro del propio ruido. En todo caso el Mint Vinetu es un lugar bastante tranquilo. A lo largo de la librería-cafetería hay varias mesas de disposición peculiar, rodeadas de estanterías repletas de libros. La parte delantera guarda también la barra en la que la persona correspondiente despacha cafés de todo tipo, tés, mate y pedazos de tarta de chocolate con galleta. Nada de alcohol. En la misma parte delantera está además la mesa en la que se colocan las personas que vienen por el local a hacer presentaciones de libros, recitales poéticos o incluso conciertos. 


¿Qué ofrece el Mint Vinetu aparte de lo anterior? Pues entre las diversas estanterías podemos encontrar libros de segunda mano en distintos idiomas, desde el lituano al inglés, pasando por el ruso, el francés o el alemán. En los últimos tiempos hasta ha crecido  la sección de español. Si uno curiosea y escarba puede llegar incluso a encontrar pequeñas joyas de colección, de esas que solo se hallan en lugares como Vilnius: en nuestra casa reposa ahora, como oro en paño, un cómic en esperanto editado durante la época soviética en Lituania, con el precio marcado en kopeks.
Terminamos la tarde en el Mint Vinetu, nos vamos antes de la hora de cierre, a las ocho. Yo me he tomado un té negro con leche y J. un capuchino. Además he jugado una partida de ajedrez que como siempre he perdido. 


La chica morena que escribía en la mesa de la entrada ya se ha ido con su cuaderno de notas guardado en un bolsillo sin saber que ahora ella ya es parte de una de mis historias.

2 comentarios:

  1. Si yo tuviere una d'eses cafeteríes en L'Entregu tendrían que guardame un par de zapatíes porque diba ser mio casa. Guapa entrada, como siempre. Vas dándo-y tonu propiu al blogue, pena que nos fagas esperar tanto ente les entraes (tironín d'oreyes).

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  2. Cuando entro nel Mint alcuérdome una montonera de veces de ti y d'otros amigos a los que-yos presta escribir. Dalgún día entamaremos daqué per equí...
    ¡Ah! y gracies por lleer les mios entraes

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